Envenenada soledad
Porque ahora estoy en un receso, en una pausa de relaciones amorosas.
Porque sé qué se siente que no te acaricien, que no te lleven a navegar por los océanos infinitos de placeres.
Porque en este minuto no hay un hombre acostado junto a mí ni aquellos labios que me besaban tibiamente.
Porque los temblores y dolores se desvanecieron. Comprendo tu angustia e inquietud de no saber qué hubiera ocurrido si hubieras escogido el otro camino. Pero uno no puede desesperar. Sé que la soledad a veces puede enloquecer o atormentarnos por las noches.
Es por eso, mi querida Trilce, mi amiga del espacio blogguístico, que te digo a ti: no dejes que tus alas se quiebren en lágrimas de soledad, ni que tu pulso deje de moverse por tus venas, que la angustia y la incertidumbre no opaquen tus actuales pasos, tus pensamientos y deseos presentes para un mañana mucho mejor.
Porque luego de separarse de quién amaste con intensidad, es mejor velar el rollo que tiene en imágenes, los recuerdos más lindos de tu vida y convertirlos en sueños que alguna vez colapsaron tu rostro de alegría.
Y como alguien dijo por ahí… se nos mueren los sueños, los versos, los besos ay amor implacable, yo ya no sé qué prefiero que me odie de corazón, o que me ame sin amor.
Con cariño, Sra. Cacó